la señora se hizo famosa cuando salio a defender y opinar sobre la tragica muerte que tuvo la azafata al caerse del avión ante una puerta fallida. Desde ahi comenzó a escalar posiciones como cualquier arribista o como decía Ortega: lo que no se defiende con talento se lo hace con la pechuga con los codos. Y asi fue como un dia recaló en el aeropuerto kirchnerista y la podemos observar floreandose con Chavez, Maduro y otros. Al cambiar la postura argentina ante el dictador Maduro y apoyar la resolucion de las naciones unidas por el informe Bachelet. Ahora la va de ofendida y dice que no quiere ser la embajadora argentina en Rusia. Aun cuando el presidente, sostiene, ha querido disuadirla. pero ella siente como Bonafini verguenza por un cambio de timón ya que niegan las muertes y asesinatos diversos producidos por el dictador Maduro. Esta mujer a la que todo le vino de arriba por una fatalidad, ahora se da el lujo no solamente de defender un genocidio en el pais que siempre fue el más rico y hoy el más pobre de américa, sino que detrás de ella hay una vicepresidenta que le maneja los tiempos y seguramente no perderá algun puesto, de ella y de sus hijas. Ahí la tienen, la Argentina sigue gastando fortunas en embajadores que no son de carrera no aportan nada y ni siquiera saben el idioma del país donde van. De todas maneras le espera una abultada jubilación demasiado premio para alguien que todo lo consiguió alquimizando la fatalidad y convirtiendola en un hecho fortuito. Como dice Felipe Gonzales, no solamente hay que tener en cuenta los estragos de Maduro sino sus cómplices.