Haciendo historia
Cómo fue la crucial batalla de Chacabuco liderada por San Martín

José de San Martín había escrito que tras el Cruce de los Andes, “nuestra fuerza reunida debe cargar al grueso del enemigo hasta deshacerlo en la primera acción y tomar la capital enemiga, para huir al gravísimo inconveniente de demorar la guerra y que unas campañas se sucedan a otras”. (1)
Cumpliendo con el plan, el 8 de febrero las dos divisiones principales se reunieron ya en territorio chileno y al grito de “Viva la Patria” liberaron las dos primeras poblaciones trasandinas, San Antonio y Santa Rosa.
Apenas tres días después, la noche del 11 de febrero de 1817, los hombres del Ejército de los Andes trataban de recomponerse de los tremendos efectos de la hazaña que acababan de realizar al pie de esa inmensa cordillera. El lugar tenía el nombre de Cuesta de Chacabuco.
A metros de allí, en su carpa de campaña, San Martín había reunido a la plana mayor de su Ejército. Allí estaban los hombres que hoy nos suenan a calles: Soler, O’Higgins, Beruti, Zapiola, Las Heras, Alvarado, Crámer, Conde, Plaza. Los acompañaba el patriota y espía chileno Juan Pablo Ramírez, que conocía a la perfección el lugar y ya le había enviado informes el año anterior a San Martín.

Cómo fue la estrategia
Los datos obtenidos por la inteligencia sanmartiniana indicaban que el general español se disponía a tomar la cima de la Cuesta de Chacabuco. Tras varias horas se decidió la estrategia para la batalla que cambiaría la historia del continente americano.
Se resolvió comenzar el ataque entre la medianoche y las primeras horas del 12 de febrero de 1817, a través de dos acciones envolventes: una columna, compuesta por 1.500 combatientes al mando de O’Higgins, atacaría por la Cuesta Vieja, con la participación de los escuadrones de Granaderos 1° con Zapiola, 2° al mando del comandante Medina y 3° comandados por Melián.
Y la otra, con 2.100 hombres, al mando de Soler, por la Cuesta Nueva con el escuadrón escolta de Necochea y el 4° escuadrón de Granaderos al mando de Escalada. O’Higgins debería esperar la llegada de la columna de Soler para emprender la acción decisiva.
Todos, desde el jefe San Martín hasta el último soldado, participaron en el combate, que terminó con la derrota absoluta del enemigo. Los muertos realistas eran 450, los nuestros, 12.
Felipe Pigna, historiador
El Ejército de los Andes emprendió la marcha a las dos de la mañana bajo la luz de la luna. El jefe realista, Rafael Maroto, había dispuesto a sus hombres en la Cuesta Vieja con la idea de bajar a degüello con las primeras luces del alba.
La posición de la columna de Soler le permitió avanzar sigilosamente sin ser vista. En cambio, la de O’Higgins estaba más expuesta y debía entrar en acción antes de lo previsto logrando, en un principio, desalojar a los hombres de Maroto de la cumbre del cerro. Los españoles se recompusieron y se dispusieron a lanzar una nueva carga.

La lucha se complicó y San Martín decidió lanzarse al combate seguido por su escolta, en el momento en que llegaba la columna de Soler. La pelea fue feroz. O’Higgins, imparable, quería vengar la derrota de Rancagua.
Todos, desde el jefe hasta el último soldado, participaron en el combate, que terminó con la derrota absoluta del enemigo. Los muertos realistas eran 450, los nuestros, 12. Habían caído 600 enemigos prisioneros, entre ellos 30 oficiales. La victoria significaba para las fuerzas patriotas americanas pasar a la ofensiva.
Simón Bolívar al recibir la noticia se sintió animado a volver al combate y la prensa europea se ocupó del triunfo dando cuenta de un cambio profundo en la balanza bélica en América en favor de los “insurgentes”.
San Martín había cumplido su primer objetivo: el camino hacia la liberación de Chile estaba más cerca.
N DEL DIARIO. La historia que escriben los hombres no es la historia de los hombres decía Marx. Es cierto. Pero hay una historia primordial sobre los grandes acontecimientos que se acerca tanto a la realidad para convertirse en la verdad. Felipe Piña habla de los acontecimientos bélicos y estretégicos de la batalla de Chacabuco pero no dice lo principal, esto es lo escencial. Cuando Sarmiento lo visita en Francia, San Martín no quiere polémicas y le muestra al sanjuanino una pintura de Bolívar sosteniendo, ahí lo tiene ese es el libertador de América. Un gesto de humildad seguramente porque los principales historiadores dicen otra cosa. Y todo estriba en esta batalla crucial, la de Chacabuco. En Cancha Rayada el ejército de los andes nunca tuvo un traspié ni nada que se le parezca, la prueba es la cantidad de material bélico que se quitó al enemigo incluído muertes. En la Batalla de Maipú, el que cometió errores porque se adelantó fue O’higgins, que combatió con un solo brazo ya que estaba herido. Pero San Martín desdramatizó el error, ya que al apurarse se perdieron muchas vidas.
Veamos por qué Chacabuco le levanta el ánimo a Bolívar y por qué fue decisiva esa batalla, luego de que San Martín se mostró superior en su hazaña a Aníbal quien cruzó a los 2000 metros, mientras que nuestros patriotas superaron alturas cercanas a los 5000 metros. La Batalla de Chacabuco fue la llave, que abrio todas las posibilidades, le bajó el ánimo a los principales generales realistas y se los levantó a una infinidad de pueblos de la América que vieron que era posible vencer a España. Después de esa batalla se levanta América como un volcán que ya no se podía detener. Lo demás fue una consecuencia de aquella hazaña donde nadie creía que un ejército descalzo, podía vencer a quienes hasta ese momento eran invencibles. Maipo fue la coronación y Perú la reafirmación. Bolivar se entretuvo más en guerras civiles que lo llevaron al desánimo total (hemos arado en el mar) dijo. San Martín comete un error después de la gran batalla, no los persigue hasta exterminar al enemigo que se vuelve a organizar pero aislados y sin fuerza. Hay que tener en claro que San Martín era hostigado desde Buenos Aires por Rivadavia, pero la preparación del cruce no puede ser disociado de la gran obra con la colaboración de la población cuyana. Ucrónicamente de no haber existido la batalla de Chacabuco, otra hubiera sido la historia, pero operativamente en su logística, actuación despliegue y estrategia fue perfecta y cruzó por San Juan, aunque este tramo no le guste a los mendocinos, pero la visión sanmartiniana estaba por encima de toda egolatría, por eso le dice a Sarmiento señalandole el cuadro de Bolivar, ahi tiene al libertador de América. A su humildad lo desmiente esta batalla que para los españoles fue como Waterloo para Napoleón.