Se suicidó Martinez el tutor de los dos hijos de Ricardo Fort. Se tiró del piso 21, dicen que tenía Alzheimer, que tomaba un menú de pastillas diarias y que estaba deprimido. Los dos jovenes tienen 17 años y están a punto de cumplir los 18, herederos de una gran fortuna con pasado por lo que les dejó su padre, próspero presente y promisorio futuro porque pasan a ser accionistas de esta gran industria de dulces y de tragedias amargas.

Ricardo Fort se había convertido en el rey Midas, quien según el mito le pidió a los dioses que le dieran el don de que todo lo que tocara se convirtiera en oro. Los dioses desde la siesta del Olimpo le concedieron tal gratuidad no sin reserva del final irónico lo que le da al mito el significado del riesgo que se corre cuando el dinero abunda. Midas tocaba lo que quería y se convertía en oro hasta que muere de hambre porque la comida también era de oro. En este caso Ricardo, estaba fabricando chocolates, caramelos, bananitas que una vez que pasaban por sus manos eran incomibles porque el intestino no digiere el divino metal.

Mientras tanto, estaba tan insatisfecho con la vida por tenerlo todo que se quedó sin anhelos, y sin el encanto que tiene el apremio, de ganarse el pan con el sudor de la frente al punto de aburrirse con todo su ser solamente por el tener. Pagó fortunas para ser un artista y participar en programas de mucha audiencia, se entretejió todo el cuerpo para ser perfecto con el menton de Clarck Gable ( lo que el viento se llevó) el físico de un atleta, cara, pecho, espalda, piernas bien formadas. Tenía copmo una concesionaria de autos de toda gama, entre ellos el Rolls Roice, creo que el último que mostró fue una Lamborguini que en el programa de Tinelli dijo: esa no corre, vuela!!!!. Se le conocieron dos mujeres, una morocha muy bella que después confesó que en Italia se amargó porque él nunca la tocaba y otra rubia que con ésta habría estado enamorado, hasta que declaró su homosexualidad. Tomaba morfina todos los días porque comenzó la decadencia cuando los dolores por dicha intro cruxificción artificial le hacía doler hasta los huesos.

De aquel afortunado artista, magnate, que no se cansaba de firmar autógrafos, se convierte en una triste caricatura del desencanto y dolor cuando confiesa publicamente que estaba entregado, no aguantaba los dolores, los médicos por más que cobraran miles de dólares nunca pudieron curarlo de ese mal que es convertir el cuerpo en metal. En una silla de ruedas se internó, habló un par de minutos simuló ser feliz, un joven de ojos azules fue su último amante; martinez que quedó siendo el tutor de sus dos hijos producto de madres, esperma y laboratorios caros de Estados Unidos. Ya en esa instancia, el mundo feliz,las filigranas, y la ostentación lo dejaron solo..tan solo que por disposición de sus familiares fue velado en un cuarto donde se podía observar el féretro pero nadie entraba, la orden era estricta, entonces el rey Midas así de esa forma ya no tuvo donde caerse muerto. Y los dioses del Olimpo, dijeron que habían concedido lo que pidió; gastar, tener todo o casi todo, para después ser el más rico del cementerio.

No sabemos si hubo cementerio porque habría pedido que se cremaran sus restos y que las cenizas fueran arrojadas desde el obelisco. Desde un obelisco triste y sin futuro en el piso 21 pone final a su vida quien fue el tutor de los chicos, ahora jovenes, amigo y amante de aquel hombre que lo mató la fortuna, la dolce vita y el glamour.

Fort, Martinez…fueron arrojados desde el Olimpo y ya no sufren porque cuando cayeron al vacío, ellos ya estaban vacíos y hartos de tanta abundancia de chocolate amargo.

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