Toda mi vida he vuelto. Nunca dejo de volver. Vuelvo, lo saludo me mira y no me contesta, pero no me afecta, yo siento que me está llamando. Y si no lo hago por las buenas, me forzará hasta que entienda que debo estar allí donde se quedó detenido en el tiempo.
Es un niño, tiene o tenía 7 años, su aspecto lo muestra así, es una estatua, una alegoría quizás, metáfora del dolor; es niño tiene 7 años y yo que me encarno en él, estoy unas horas, a veces unos días, pero siempre estoy, porque me llama, yo siento sus aullidos.
Entonces ahí lo veo, le paso el plumero, tomo un balde con agua y detergente, le friego los hombros y la cabeza porque las palomas se posan, dejan su excremento y se vuelan. Yo lo dejo como nuevo, como niño, como un día lo dejé para siempre, porque la adolescencia me llamaba, pero como una sombra, se vino conmigo o yo me quedé con él.
Pero qué pasó? por qué se produce esta transmigración de almas, la mía en su cuerpo, su alma en mi cuerpo?. Porque ese niño, de mármol en la memoria, en realidad es cuerpo y alma presente. Ese niño soy yo! y me obliga a volver, pero cuando lo acaricio, no lo puedo tocar, no se deja amar y no se si me puede ver, pero sé que nunca quiso crecer.
Este tránsito cansado de ir para curar lo que no tiene cura entre el niño y mi ser, me ha costado fobias, claustrofobia, agorafobia, neurosis, al borde de la peligrosa psicosis y mi agobio de no haber caído, enfrentando la perversidad. Es difícil, estoy cansado, no lo puedo sepultar, no lo puedo revivir y ya es tarde no tengo tiempo para que comience a crecer.
Hablo con él, pero está enojado a veces contesta a veces no. Este niño de mármol tiene una gran herida y me clama, ¡curame la herida!. No puedo, quiero pero no puedo, esa herida no tiene cura, alguien lo violó y lo destruyó aunque lo dejó vivo. Ese daño me llega, a veces toco con mis manos pero no siento las caricias de los demás. No soy hombre, no soy mujer, porque un perverso al violar al niño, lo bloqueó para siempre. Y me arruinó la vida.
la última vez me miraba indiferente como las estatuas mojadas por la lluvia. Lo abracé le grité que queres, quien sos!!!! y me dijo, vos sabes la respuesta: ese niño soy yo. Cuando yo muera desaparecerá su ser su estatua, su alegoría, entonces descansaremos los dos. Hoy una multitud de perversos están transformando en mármol a niños de carne y hueso. Ellos callan, serán adultos muertos en vida/ la sociedad calla!!!.
JCM