CUANDO LO QUE SE PIERDE ES VIDA

Tres décadas de “planes” en Argentina, han marcado profundamente a toda la sociedad. De distinto modo a unos y a otros, en todos los casos negativamente, sin lugar a dudas. Como sociedad,  los argentinos estamos disgregados, divididos en sectores, enfrentados por intereses muchas veces contrapuestos, y otros enfrentados por intereses aparentemente distintos, pues no son más que el producto del engaño o la ignorancia.

Argentina paso de ser un país desconocido en el mundo a ocupar el séptimo lugar por su producto bruto interno y su ingreso percapita, en solo un tercio de siglo (el último tercio del siglo 19). La primera década del siglo 20 encontró a la Argentina entre los países más prometedores del mundo, solo cumpliendo con la Constitución y la ley, y estableciendo un programa basado en la educación, el trabajo y la producción. Ofreciendo oportunidades excelentes para todos los argentinos, y para toda persona de bien que desee habitar el suelo argentino.

A partir de 1930 (golpe militar de Uriburu) aparece entre los argentinos una palabra, que parece tener el hilo conductor que explique lo que nos sucede. Esa palabra es Crisis, esta palabra justifico en forma reiterada, los golpes militares, en nombre de la crisis se violo el orden democrático y se podaron los derechos de todos los argentinos de un día para el otro. Todo a manos del poder militar, quienes dejaron de ser una fuerza destinada a dar seguridad frente a cualquier amenaza exterior, para volverse en contra de quienes lo sostienen y empoderan con un fin especifico (no olvidemos a San Martin: “jamás empuñare las armas en contra de mi propio pueblo). Esto significo, reiteradamente, la violación de la constitución y con ello fuimos violados todos los argentinos en nuestros derechos. De esto la peor de las marcas es que las interrupciones del sistema democrático, nos impidieron crecer democráticamente, y frete a cualquier crisis, en lugar de resolverse y superarse en democracia y con mas democracia, aparecen las soluciones rápidas y sencillas (mesiánicas), los golpes militares. Así, la democracia argentina fue eternamente adolescente, nunca hacerse cargo y superar la frustración. Pasamos a ser adultos cuando aprendemos a superar las frustraciones, y a postergar la gratificación. Los golpes militares nos impidieron ser adultos como Pueblo, y como consecuencia nuestra Democracia fue también adolescente. Para dar continuidad a la máquina de impedir nuestra adultez, aparece en la Argentina un hibrido entre militar y demócrata, que irrumpe en la vida democrática nacional para violar ahora la constitución desde un golpe civil. La violación es la misma, las soluciones mesiánicas, idénticas, y la invitación al pueblo argentino a seguir siendo un adolescente, que jamás se hace cargo de sí mismo, que deja su futuro en manos de otro, que pierde lastimosamente su tiempo, su oportunidad. Lo único que ha ganado el pueblo argentino desde 1930 hasta aquí es impotencia, cada uno de los argentinos siente profundamente que el futuro está fuera de su alcance. Unos pocos atrevidos siguen apostando a la educación, al trabajo y a la producción. La gran mayoría (más de 50% de pobres), son rehenes del sistema. Desde el poder, violando la constitución, violando los derechos de esa gran mayoría de argentinos, han transformado lo que debieran ser Ciudadanos Libres, en esclavos modernos, que reciben los insumos básicos (alimento y recursos mínimos), para no morir, pero sus vidas no son vidas. Son planes que condenan a quienes los reciben, pues el planero jamás tendrá la oportunidad de imaginar un proyecto de vida, y mucho menos de realizarlo, y realizarse en su vida. Estos planes son solo una parte del Plan de los mismos híbridos que violan la constitución para reelegirse, que con los fondos públicos financian sus campañas, que se enriquecen con el dinero de todos, haciendo de nuestro país, uno de los más corruptos del mundo. La escena es alarmante, surgen en las mismas proporciones y al mismo tiempo, por un lado más pobres, y por el otro, nuevos millonarios alrededor del poder. Aquí nuevamente recordemos a San Martin, quien se negó a usar las armas en contra de su propio pueblo. Hoy se usa el dinero del pueblo para someter al pueblo, con lo que se obtiene el mismo resultado.

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