El presidente de la nación Alberto Fernández no se hablan con Cristina Fernández, vicepresidenta. En primer lugar aclaremos que ambos, para ubicar el término exácto, no están profundizando sino que están «ahondando» haciendo más hondo el agujero nacional. Ya no hablamos de grieta ni siquiera de precipicio; me refiero a una reflexión de Nietzsche: de tanto acercarnos al abismo, no nos damos cuenta de que el mismo abismo, ya forma parte de nuestro ser. El poder o la suma del poder en este país lo tiene una mujer de carácter, temperamental y pésimo genio. Fernández tiene una voz que se escucha entabacada, habla mucho y no dice nada, al contrario se contradice; la complace pero no la enfrenta a esta mujer, porque es «un presidente fantoche». Ella lo puso ahí, a través de la observación Borgeana sobre la democracia: es un abuso de la estadística. Efectivamente, en los dos gobiernos de Cristina, produjo un diluvio de jubilaciones, subsidios, regaló cargos y tiró toda la manteca a cielo abierto porque este país no tiene techo. Fantoche significa alguien que ha sido puesto en un lugar, en este caso la presidencia de la nación para adquirir la forma de guante de una mujer que introduce su mano y produce todos los mimos, de la marioneta nacional. Lo puso ahí, para ganar porque disociados no podían ganar las elecciones; aprovecharon las desventuras de alguien que nunca dejó de ser presidente de un club y quiso manejar a la Argentina como un club. Dejó más pobres, más niños indigentes, más inflación, endeudó mal al país con 44 mil millones de dólares repartidos a los amigos que se los llevaron al exterior, no venció al narcotráfico como lo prometió, nunca llovieron las inversiones; protagonizó una pésima gestión y dejó metafóricamente viva a Cristina. El pacto de Cristina con Fernandez (la política lo puede todo porque se odiaban), es que mientras Fernandez gobernara ella debía tener las manos sueltas para hacer la reforma judicial sui generis, a su manera para sacarse de encima todas las causas y las causas de sus hijos, comprando conciencias, cambiando jueces, desbancando fiscales, avanzando sobre la Corte Peronista, haciéndole la vida imposible al procurador o sea, volver por todo con todo y empuñando la lanza de la venganza. Nunca pudo digerir el destape de la corrupción de sus gobiernos, mérito por sobre todo del periodismo que mostró todo y a todos con las manos en la masa. Tampoco pudo perdonar que su hija se enfermara de miedo y se la tuvo que llevar a Cuba. En 11 meses de gobierno las cosas no salieron como lo pensaba, apareció la pandemia, mal manejada por el gobierno que dejó matar a la economía, los números de la inflación, la escapada del dólar, la pérdida del empleo, la emigración de empresas y de ciudadanos que crece, el cierre de empresas vernáculas, de comercios, de kioscos se parece a un tsunami. Mientras tanto la dueña del poder manipula a la justicia de tal forma que produce banderazos nacionales o manifestaciones severas de la vida que llegan hasta su casa como decía Eduardo Mallea. Tiene el poder, mueve los hilos con su instituto Patria, pone gente militante en el gobierno de Fernández, maneja como quiere y discrecionalmente al senado y a diputados a través de su hijo y sometiendo a la Corte como se acaba de ver en el último fallo sobre el traslado de los jueces; ya está, sabe que si remotamente alguna vez fuera condenada, será absuelta por una corte a su medida, o por su edad puede terminar con prisión domiciliaria en su amado Calafate. Ya está, ya le pagó 7 millones de dólares a su abogado Beraldi y hasta se puede dar el lujo de exiliarse en alguna embajada para que la traten como perseguida política. Superada esta preocupación, igual que su orgullo, las ansias de poder es infinito, es insaciable, se tiene que despegar del fracaso de su invención en la figura del «gordito» Fernández. Entonces como una llamarada lanzó las nueve páginas malditas para el gobierno observando que hay funcionarios que no funcionan. la limpieza empezó con la ex ministra Bielsa: nunca le perdonó se lo hizo saber personalmente una vez que la invitó a la Rosada y ahora echándola que esta mujer reconociera en una reunion con militantes que habían robado..robamos!!!robamos!! aullaba en el video que se puede observar. Rechazó ser embajadora de la Unesco en París. Una menos. Cristina a Rafecas no lo quiere, No perdona que lo haya metido preso a Boudou; a Massa no lo quiere, no tolera haber escuchado de sus labios que metería presos a todos los camporistas; No lo quiere a Kulfas, pero fundamentalmente es hora de abrirse., el barco se hunde, las ratas son las primeras en saltar, se despega de la pésima gestión de un abogadito pusilánime, timorato, pero empieza a rearmarse para las elecciones del año próximo y sueña con poner en el trono a su hijo Máximo en el año 2023. No es ficción, no es una novela, es la Argentina que vive su degradación más profunda con una sociedad enloquecida, criminalizada, donde los ciudadanos de bien pueden ver por televisión como se mata a destajo por un celular. Como se viola y se asesina a una mujer cada 26 horas. la metáfora es válida: cuando fui a revisación para hacer el servicio militar en Parana, nos hacían desnudar, nos teníamos que agachar y abrirnos con las manos los cachetes: ahí no se podía ocultar…los que eran homosexuales, colon irritable, el intestino expuesto, hemorroides..pero son enfermedades. A quienes ridiculizaban eran a los que tenían el culo sucio.

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