Vengo observando la oscilación en los criterios de funcionarios públicos, en las mesas de café donde se producen volcánicos debates como en cualquier ámbito sobre un problema que como el desierto sigue avanzando sin que la sociedad tenga una contención. Es el tema de las drogas que aun en la simple charla no falta cualquiera de nuestros amigos que compungido confiesa; estoy amargado, mi hijo tiene un problema con las drogas. Prioritariamente debemos entender que la Argentina no es Holanda, que con sus valores o disvalores entendidos, fijan un lugar público, bien circunscripto para que quien quiera drogarse lo haga sin poner en riesgo al resto de la comunidad. Pero desde hace décadas mientras aquí discutimos si el consumidor debe ser penalizado o no, esta lacra es uno de las principales destructoras de nuestra gente fundamentalmente de la juventud. El narcotraficante es un matarife, un mercenario que le vende muerte a nuestros jovenes en las escuelas, en los lugares de diversión o en cualquier espacio. Las cárceles argentinas están contaminadas de drogadictos que inclusive, los narcos manejan la droga desde la misma cárcel. Pero el concepto debe quedar claro: ante la pregunta de que si el consumidor, último eslabon de este tránsito hacia la muerte prematura, hacia la degradación de las personas que por diversas circunstancias caen en sus garras, debe ser penalizado o no. Mi posición siempre ha sido igual, quien consume drogas está enfermo, hay que tratarlo, contenerlo y no tiene por que perder la libertad, en todo caso si no se siente libre es por culpa de la droga. pero debe ser penalizado, para protegerlo, tratarlo, curarlo, enseñarle valores y proveerle las defensas necesarias para que tenga una vida normal. Pero si no lo penalizamos y enfermo que está seguirá consumiendo y desesperado acudirá a cualquier expediente para conseguir dinero para comprar la muerte. Con el narcotraficante no debe haber piedad porque es la peor pandemia latinoamericana de los últimos 50 años. Los norteamericanos, país de mayor consumo de drogas en el mundo, le viven pidiendo perdón a Méjico, porque ellos son la mayor fuente de consumo y todos sabemos mientras haya demanda, habrá mercado, y mercaderes de la muerte hoy es lo que sobran. matan a jueces, a periodistas a funcionarios públicos, sobornan e incluso Escobar Gaviria pasó a ser un mesías protector de sectores pobres porque los compraba con cosas y cuando hay sectores que estan en la suma indigencia que no hacen para obtener un pedazo de pan. El consumidor al no ser penalizado, es paradójicamente descuidado. La verdad es descubrir y la libertad tiene límites cualquier otra cosa es el abismo, monstruo que en una sociedad que no tiene bien en claro que la ley nos ha quedado lejos como la nuestra, el apuntado por estos mercaderes de la muerte, serán los más frágiles. Alcohólicos Anónimos tiene el lema: «hoy no beberé» y en las clínicas para combatir la droga podemos leer: «no queres tener problemas con las drogas..no tomes drogas». Hay miles de familias destruidas en la Argentina porque al no penalizar el consumo, fomentamos la demanda entonces quedan destruidos los padres que un día caen en la cuenta de que tienen un hijo que en vez de neuronas, solamente presentan vacuolos, el cerebro lleno de agua, los ojos dispersos, no pueden caminar, no entienden, es como tener a un hijo muerto pero que está vivo. Alguna vez actuemos como una sociedad adulta.

El Papa Francisco lo ha dicho en reiteradas oportunidades no hay que admitir el consumo de drogas que devasta la enorme oportunidad de disfrutar la alegría de la vida.

 

 

 

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