LA POBREZA, UN CRIMEN SIN ATENUANTES
Desde las ciudades tan antiguas como Atenas, y en todo occidente hasta la actualidad, ha crecido constantemente el gasto en Pobreza. Los dineros públicos fueron empleados por ejemplo, para sacar a los pobres de la vista de la Sociedad, como si fueran un contaminante del paisaje. En otro extremo usados como una fuerza, que expresa su potencia por su sola presencia y hasta cortando el transito en rutas y caminos según los intereses de quien los manipula. Así como un colectivo de personas, sin ser considerados personas, ni por el manipulador, y tampoco por el resto de la sociedad, que en un silencio cómplice o una impotencia extrema deja hacer, deja pasar.
“el pasaje de las lentejas” se remonta a miles de años y expresa la máxima capacidad de un ser humano en uso de discernimiento, de su libertad, para poner su proyecto de vida por sobre las urgencias del cuerpo. Decidir su vida, hacer de su vida una experiencia irrepetible y encontrar su lugar en la sociedad sin perder su individualidad. Tantos siglos, y al decir de Julián Marías, seguimos repitiendo como nuevos los que ya son viejos errores. Errores, en manos de quien se condena a la pobreza por ignorancia. Ahora el mismo problema visto desde la perspectiva de quien es responsable de administrar los bienes de la Sociedad, y no puede argumentar ignorancia, sino que manipula y capitaliza (pobrismo) para oscuros e inconfesables intereses, totalmente contrarios al interés general e individual.
Somos los seres humanos la creatura más perfecta que Dios puso sobre la Tierra. Fuimos dotados de inteligencia, la capacidad de imaginar y concebir ideas, pero alcanzamos el nivel más elevado solo al compartir ideas y alcanzar ideas en común. Esto es, necesitamos indefectiblemente del otro, y solo en un nosotros, llegamos a ser individuos. De este modo podemos resumir que somos el producto de nuestra carga genética, mas nuestra relación con el medio, siendo el medio, mas allá de la geografía que nos rodea, los seres humanos con quienes compartimos, desde nuestros padres, nuestros maestros y la Sociedad toda. Nacemos los seres humanos de a uno, y en ese medio humano recorremos una experiencia única de acopio de saber y aptitudes, para llegar a ser individuos y decidir de nuestras vidas.
Los valores universalmente compartidos por la sociedad son en primer lugar el valor humano (la vida, su integridad física y por sobre todo su integridad intelectual); el segundo valor es el tiempo, ese rollo de película en que se desarrollan nuestras vidas. Y recién después el resto de los valores, como el dinero por ejemplo. Este orden ha traído a los seres humanos hasta aquí. Con aciertos y con errores, hemos evolucionado a lo largo de miles de años y seguiremos evolucionando, para ser mejores, para vivir más y mejor. En esta experiencia no sobro jamás el aporte físico, pero sobre todo el aporte intelectual de cada ser humano que tuvo la oportunidad de dar lo mejor para el progreso del Mundo (ciencia, arte, etc.), y ese aporte a significado la oportunidad para otros de desarrollar su potencialidad intelectual y sumar al capital intelectual de la humanidad. Evolución, progreso, superación de una sociedad que debe ser equitativa, justa, y garantía de la libertad de cada individuo.
Hasta aquí no sobro el aporte de nadie, pero tenemos que lamentar la falta de oportunidad de infinidad de personas que no tuvieron la suya, frustrando a esa persona y condenándola a la pobreza y la postergación. En el mismo orden pierde también la sociedad el aporte único e invalorable de aquel condenado por no tener la oportunidad. En un ejemplo sencillo podemos asistir al hecho afortunado de que con el dinero de los impuestos de todos, un niño tenga la oportunidad de estudiar y ser mañana el médico que salve la vida de cualquiera de nosotros. O el desafortunado hecho contrario. Alguien se roba el dinero de nuestros impuestos y le quita la oportunidad a ese niño, y en lugar de ser el médico que salve nuestras vidas, ahora es el delincuente que amenaza nuestras vidas, además de sumar negativamente, pues el dinero que podríamos invertir en Educación lo gastamos en cárceles para encerrar humanos y con ello menos oportunidad para otros humanos.
Es la Educación el camino seguro para despertar en cada persona lo mejor, para percibirse de primera y libre. Sentir que puede ser artífice de su mejor destino. Cuando alguien le quita la oportunidad reduce ese gran proyecto a la nada misma, constituyendo un crimen para el individuo y la sociedad. Por eso el dinero de los impuestos es dinero sagrado y la corrupción la madre de nuestros males. Por eso los corruptos liberan los presos, porque sienten culpa, y no por casualidad los mismos corruptos cierran las escuelas, para seguir siendo los reyes tuertos de una sociedad de ciegos.
Siguiendo el orden lógico y universal de los valores, cuanto más invertimos en humanos (capital físico y por sobre todo intelectual), y aprovechamos el tiempo adecuadamente, el dinero y la riqueza surgen solas. La corrupción, el rey tuerto, invierte el orden de valores y usa el dinero de nuestros impuestos para que con un plan, una persona abandone su proyecto y pierda su tiempo, y pierda la oportunidad de producir progreso y riqueza.