DESPUÉS, CON LOS AÑOS MI VIEJA REÍA.

Durante una comida, cierto amigo contó una anécdota que al final a todos nos dio risa pero en sus ojos pudimos ver que a veces los ojos enjugados mezclan lágrimas de gustos diferentes, sonrisas, risas, nostalgia, bronca y dolor. ¿Cómo distinguir los distintos gustos que paladean referencias entre el amor, el dolor, la risa y el desencanto?.

Y el recuerdo de aquella anécdota despertó cuando hace unos días veía el partido entre Boca y el Corinthians de Brasil. En cierto momento la cámara se corrió del partido para mostrar un tumulto desde la tribuna de los visitantes. Se reían, se burlaban y volaban papelitos del mismo color. Me dio indignación e impotencia porque en esa burla volatilizada de papel picado, nos reflotaban a todos, la tragedia argentina.

Y ahí entre la bronca y cierta sonrisa que viene de la picardía recordé la anécdota de mi amigo. Él contaba que cuando era muy joven, sus padres le daban permiso para salir hasta cierta hora. Pero un día, entre copas y diversión en el medio de la fiesta, se le pasó el límite perdió la noción del tiempo y volvió con la nariz roja y el aliento a ebriedad fáustica para encontrarse con los padres que estaban preocupadísimos a las 3 de la mañana.

El padre no habló pero ya tenía la sentencia, 15 días salvo por obligaciones sin salir de su cuarto y su madre lo empujó a la pieza. Ahí empezó otra situación jocosa porque mientras la mamá le recriminaba haber llegado tarde y en ese estado, a éste le daba risa, entonces cada vez que ella le pegaba con la mano a la altura de sus hombros para que reaccionara, explotaba por todos lados una nube de papelitos de todo color. Se quedó durmiendo la mona y la madre se fue a dormir con esa imagen. Con los años ambos contaban y se reían de esta mini tragedia y comedia.

Durante el partido como todos estaban muy serios, conté esa anécdota, pero no les hizo gracia, porque los papelitos picados que tiraban los brasileños en tono de burla provenían de billetes de 1000 pesos; el máximo valor de la moneda nacional, que comparada con el real, es casi nada.

Papel picado de un país apurado, como aquellos partidos de potrero cuando eramos chicos, que debíamos buscar el resultado lo antes posible, porque sabíamos que la pelota ya estaba pinchada y cada vez más desinflada, hasta que llegaba el crepúsculo.

Hasta que llegó el tiempo, este tiempo…hecho trizas, con plata quemada, billetes de papel picado de máximo y mínimo valor y con el ánimo en estado crepuscular……

 

JCM

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