PROFUNDIZAR LA DEMOCRACIA

(EL DESAFIO DEL SIGLO 21)

 

El tiempo se pasa volando, decían nuestros padres, invitando a usar adecuadamente las horas del día. Hoy el vértigo es total, la ciencia no solo prolonga la vida, sino que es posible tener cada vez mayor calidad en nuestras vidas. La ciencia y la tecnología logra producir alimentos para el mundo, así como también llegar más oportunamente con el diagnostico y tratamiento de enfermedades, que en el siglo pasado eran casi impensadas. La hiperconectividad, no solo nos permite trasladarnos físicamente más rápido y a cualquier lugar del mundo, sino que además podamos disponer de imagen y sonido en vivo y en directo con cualquier lugar del mundo.

La educación adquiere en este siglo un rol centralísimo, pues es posible extender esta oportunidad al 100% de los habitantes de la Tierra, de entender el Mundo, comprender la complejidad en la que vivimos, para que cada ser humano pueda acceder a los progresos técnico-científicos, para aprender a vivir en libertad, para alcanzar la paz de los consensos. Hay estudios a nivel mundial (UNESCO), de varias décadas atrás, que demuestran que mas allá de las condiciones económicas, políticas, sociales o religiosas de un país, el número de hijos esta en estricta relación con el nivel de escolaridad de la madre. Aquí un ejemplo claro y contundente para luchar contra el embarazo adolescente, el casamiento adolescente y el control de la natalidad en el mundo. Es la educación también el germen para hacer crecer la autoestima y la libertad en cada ser humano.

Cuando el ser humano es libre, elige la paz y la armonía para la convivencia, y el único sistema político que garantiza esta oportunidad para todos es la Democracia. Solo en democracia, aun con sus ruidos propios, el primer valor es el humano. Este es un diamante en bruto, que necesita indefectiblemente el pulido natural que es la educación, que lo transforma en un ser trascendente, que lo humaniza, al hacerlo conciente del desafío, de ser humano, entre humanos y para humanos.

La Democracia conduce a la evolución lógica de los seres humanos, a establecer un orden de valores más lógico aun, primero los humanos, luego el tiempo y en tercer lugar el recurso material. Este orden trae consigo no solo la paz y la libertad, sino también el progreso. El progreso entendido como el acceso a la caña de pescar que nos hace libres, y no al reparto de pescado que nos condena a una esclavitud moderna, pero esclavitud al fin. Un ejemplo es el llamado a declarar, por parte del Congreso de Estados Unidos, bajo juramento, a los dueños de medios masivos como Amazon, Google y otros, por ejercicio monopólico y la potencialidad de transformar a los ciudadanos en el producto de su negocio, para ser vendido al mejor postor. Solo en Democracia es posible anteponer el bien común, aun en la vertiginosidad de estos tiempos.

Ejemplos de mal ejemplo: 1) la voladura de las torres gemelas a manos de una dictadura, que podría tener que ver con el bien común del país de origen del atentado. 2) la pandemia a causa de un virus fuera de control, con sus efectos devastadores, tiene a China como responsable, por lo menos por no haber denunciado el hecho a tiempo, con todas las vidas que la pandemia se cobro y que podrían haberse evitado. Tampoco esto tiene que ver con el bien común del país de origen, sino con el secretismo y la permisividad propias de una dictadura. 3) la invasión a Ucrania, generando terror y muerte a un pueblo pacífico, que tiene que ver con el bien común del pueblo ruso. Lo que tienen en común estas tragedias evitables del siglo 21, es que se originan en ausencia de Democracia.

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