EL RIESGO INSTITUCIONAL DE LA IDEOLOGIZACION

 

Durante las décadas del sesenta y setenta vivimos en Latinoamérica el embate de los revolucionarios, que a través de guerra de guerrillas buscaba llegar al poder. Atropellando a gobiernos democráticos y todas sus instituciones. Con violencia y muerte de inocentes, en una anarquía que hace todo impredecible. La respuesta de los gobiernos democráticos  y luego de los gobiernos militares fue repeler con más violencia, muerte y restricción de libertades.

No se puede justificar la violencia y la decisión sobre las vidas de los demás de ninguno de los bandos, si bien aquí sabemos quién y cómo comenzaron las hostilidades. Sabemos que en el fondo ambos bandos fueron dictadores. En el caso de los argentinos tuvimos una larga discusión sobre el tema y una decisión de “Nunca Más”. Nunca más la violencia, y menos contestar con más violencia. Pero por sobre todo nunca más abandonar nuestro sistema Democrático y Republicano, el sostenimiento y respeto a las Instituciones que lo sostienen. Dentro de la Constitución todo. Fuera de la Constitución “Nunca Más”.

Cuando analizamos la experiencia Argentina, y también la de los vecinos de América Latina, constatamos que en esencia, la llegada al poder desde las armas en manos oficiales o no oficiales, conducen irremediablemente a la dictadura (mesianismo o remedo de monarquía). Esto implica por sobre todas las cosas, que alguien o alguienes  son los únicos capaces de solucionar los problemas de la sociedad, y de conducirla a un estado de superación y plenitud. También implica que el resto de la población es limitada e incapaz de lograr estos resultados, son humanos de segunda, poniendo en evidencia una contradicción insalvable, pues con que material humano van a producir la solución de los problemas de la sociedad y conducirla a la superación y plenitud.

Definitivamente en nuestro caso argentino y el de nuestros vecinos latinoamericanos el común denominador son las dictaduras (civiles o militares), que al restringir libertades, nos privan a cada uno de lo más esencialmente humano, que es la Libertad, la oportunidad de decidir nuestras vidas. Y privan al resto de la sociedad del aporte invalorable de cada uno, pues esta anulación implica perdernos el aporte de un San Martin, un Belgrano, un Favaloro, etc. El aporte a la sociedad de cada uno de sus individuos es el secreto del éxito de las sociedades desarrolladas del Mundo. Ese aporte no se pude lograr sin transformar a ese individuo en su máxima expresión que es el Ciudadano. La Democracia y el Ciudadano son las 2 caras de una misma moneda, pues no puede existir el uno sin el otro. De aquí que hasta hoy no existe otro sistema para convivir en Libertad, que no sea la Democracia.

Tampoco es casual que la corrupción anide con más facilidad en los regímenes dictatoriales, que en esencia hace que ese cuasi mesías, o cuasi monarca se apropie del estado (del poder y el dinero), para sus propios fines, anulando al resto de la sociedad. Se pierde así el objetivo del Estado, el destino de los impuestos, que según dice nuestra Constitución tiene que garantizar la igualdad de oportunidades a todos los argentinos, sea que vivan en La Quiaca o La Antártida, en La Costa o en La Cordillera. Es conocido por todos,  a lo largo y ancho del País, una diversidad de casos de corrupción, sean la apropiación del dinero, o el aprovechamiento del poder del estado en beneficio propio, o la desviación de fondos a un destino distinto del establecido en el Presupuesto. Un ejemplo sencillo es el robo del dinero de la educación o la salud, ese dinero podría salvar la vida de uno o más argentinos; o dejar sin la oportunidad de estudiar a uno o más argentinos, y con ello la perdida concreta de esas personas. Pero también allí nos estamos perdiendo el resto de la sociedad del aporte de cada uno de esos argentinos, pues si ese argentino se muere o no estudia, concretamente podríamos perdernos el médico que salve nuestras vidas, y peor aún, generando el delincuente que amenace nuestras vidas. De esto se deduce el valor casi sagrado que tiene el destino de nuestros impuestos, que es vital la decencia de quienes ejercen las más altas magistraturas. En resumen el valor de la Justicia, cuyo único modo de garantizarla es la división de Poderes de la República.

Tampoco se cumple el mandato constitucional de dictar por parte del Congreso de una Ley de Coparticipación, que garantice la oportunidad, en igualdad de condiciones a todos los argentinos en todo el territorio Nacional. Han pasado varios mandatos desde 1994, donde se dicta La Constitución Nacional y que impone al Congreso que antes de octubre de 1995 debe dictar una ley de Coparticipación Nacional. Muchos de estos mandatos tuvieron mayorías absolutas en el Congreso pero jamás cumplieron.

En resumen, no es casual que los mismos que no cumplen con la ley de Coparticipación, también están implicados en hechos de corrupción y que intentan repetir los errores  de las décadas del 60 y 70, esta vez desde la Democracia para destruir la Democracia, y desde la República para destruir la República.

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