MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES
Turbación, aturdimiento, desorientación; podríamos asegurar que por lo menos 2 de estos sentimientos está presente en la mayoría de los argentinos. Una sensación de desorden, descontrol que impide a cada ciudadano desempeñar su vida de diario y mucho menos trabajar en un proyecto, pues el horizonte no deja ver más que a unos pocos metros. Programar es difícil para personas individuales y resulta imposible programar colectivamente, sea en la producción, en lo social, en la salud, en el deporte, etc. Echarle la culpa de todo a la Pandemia, o justificar todo (impuestos nuevos incluidos) por ella tampoco es la solución; pues en un año la Pandemia será historia y los argentinos seguiremos con los mismos problemas. Es lo mismo que echarle la culpa a la deuda externa, pues si de un día par el otro nos perdonaran toda la deuda, al otro día tendríamos los mismos problemas. En el mismo orden tampoco resuelve el problema echando la culpa al gobierno anterior, pues como dijo Angela Merkel, quien se postula a un cargo lo hace porque dice conocer el problema, y lo hace por tener la solvencia para dar solución al problema; no tiene lógica que llegado al poder desnude su mentira diciendo que no puede lo que antes si podía.
Para colmo de males, quien asumió diciendo que el hambre, que la pobreza, que los jubilados eran la prioridad; sin resolver ni lejos estos problemas, envía al Congreso un tema (Aborto) que por su complejidad, no pudo resolverse en jornadas furiosas dentro y fuera del congreso. No dudo de la importancia del tema, pero menos duda tengo aun que el objetivo del gobierno es provocar más ruido y confusión; y con ello mas desorientación, turbación, aturdimiento entre los argentinos.
Hasta aquí el libreto, los ingredientes que nos tienen a los argentinos en estas condiciones. Los actores son los políticos, a los que hay que sumar dirigentes gremiales, sociales y deportivos, por un lado; y por el otro, el periodismo y los medios de difusión. Ya sea en reportajes, y peor aun en debates, vemos como se discute sin la menor posibilidad de sacar algo en claro. Sobreabundan en un círculo vicioso, los argumentos de un lado y del otro, echando siempre culpas a la deuda, a la pandemia, al gobierno anterior; además del desorden, pues las interrupciones o hablar todos a la vez, forman un espectáculo deplorable donde nunca nada queda claro. Siendo claro lo contrario de oscuro, sabiendo que cuando está claro se ve mejor el horizonte. Parece que mantener confundido al pueblo es un objetivo común entre los actores involucrados. Parece que, unos más otros menos, sacan provecho de esta situación, que en definitiva deteriora la condición de Ciudadano, no es casual que casi todos los actores involucrados se refieran a la “gente”. Referirse a “la gente” por parte de la dirigencia en general y el periodismo, sería una especie de permitido en el tratamiento de la información y la noticia; pues la gente vendría a ser un grado deteriorado o inferior de ciudadano. Un Ciudadano es quien dispone de información en tiempo y forma, y tiene la potencialidad de resolver o cuanto menos a aportar a la solución de sus problemas. Con este permitido, mas allá del derecho de expresión que alcanza a todos, no debe permitirse a dirigentes y periodistas ofender el derecho ciudadano, el derecho de tener información en tiempo y forma, de acceder al análisis criterioso de la información, de participar en ámbitos de intercambio de ideas que conduzcan a consensos, siendo el consenso el fruto más preciado de la democracia.
Recordemos que no existe Democracia sin Ciudadanos, y tampoco Ciudadanos sin Democracia. Se deduce que esta situación de los argentinos deteriora profundamente el Sistema Democrático, donde hay responsabilidades compartidas tanto de la dirigencia como del periodismo, tanto del oficialismo como de la oposición. El deterioro del Sistema es profundo en la Argentina de hoy. El tango Cambalache cobra vigencia cuando convivimos con la Cleptocracia (es lo mismo el que labura noche y día como buey, que el que roba, que el afana o está fuera de la ley), cuando no se valora el Merito (lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao).