No deja de sorprender la falta de conocimientos que tiene un profesor en derecho penal de la Universidad de Buenos Aires, una de las universidades más prestigiosas, lo poco que nos va quedando. Pero Alberto Fernández, aparte de su volubilidad conceptual ahora está mostrando todo lo que un presidente no debe ser ni parecer. Él puede cambiar lo que dijo del memorandum sobre Irán, las críticas ácidas que le hacía a su vicepresidenta o hablar mal del capitalismo delante de un autócrata ruso, por un lado tratar de llevarse bien con un inutil asesino como es Maduro y por el otro salir a decir que Biden es un presidente peronista. Esta sarta irresponsable de ambivalencias o anfibologías (doble moral) nos lleva al desprestigio ante los vecinos y el mundo. Pero sospecho que los argentinos no sabemos bien de dónde venimos por eso nos falla el GPS y aparte de deplorar que el diario el País instantáneamente acusó recibo y publicó el blooper del presidente argentino cuando confundió una genialidad de Octavio Paz con un fragmento de cierta canción de su amigo Lito Nebbia, ha recalentado el partido con Brasil.
Sin embargo aparte de haber politizado y calentado innecesariamente a todo brasil que ahora jugará contra la Argentina como dijimos , hay que aclarar el tema de la inmigración en nuestro país. Octavio Paz dijo: los mejicanos descendemos de los aztecas, los peruanos de los incas y los argentinos de los barcos. Bueno, los argentinos no descendemos de los barcos, si una parte importante de la población desciende de inmigrantes, en mi caso mi padre era sirio y mi madre descendientes de italianos, pero la realidad dista de que la mayoría de nosotros hayamos tenido ese inicio consanguíneo. Observemos: La Crisis Argentina, Roberto Aizcorbe nos informa: Todo fue mentira en la historia de la inmigración a partir de las cifras que se difunden: 1916, 1943 y 1973, más de cinco millones fueron los que se arraigaron, pero acaso sea más honesto decir que entre 1858 y 1967 fueron 30 millones de personas que vinieron a este país, o sea que juntaron sus bártulos y se volvieron a europa más de 25 millones de personas. los que descendemos de los barcos venimos de cinco millones de personas que se quedaron, pero se fueron o volvieron frustrados 25 millones de inmigrantes. por qué?
Les dijeron desde el siglo 19, y 20 que aquí era Alicia en el país de las maravillas, se imaginaban que llegar aqui era como caer en el paraíso donde podrían acostarse en una cama paraguaya ventilados por una mulata turgente con una hoja de palmera y no fue así porque caían en la miseria, no les daban acceso político y terminaban en conventillos de mala muerte. Recordemos la anécdota: Uriburu asumió el golpe se consumó contra Hipólito Yrigoyen; en el primer desfile un inmigrante gritaba: ¡Viva Epólito Eregoyen!!!!, lo corrigieron: qué hace? que dice? el presidente es Uriburu, entonces el inmigrante siguió, ¡ E viva Epóleto Uriburu!!!. Se volvieron 25 millones durante más de un siglo, nos dejaron el desprestigio ante el mundo y la semilla de ser nómades, vamos y venimos, como está sucediendo ahora. Además recordemos: abuelo encomendero, padre estanciero, hijo pordiosero, porque estos últimos se gastaron todo lo que sus ancestros sembraron.
Octavio Paz también dice: que Méjico maltrató a los Aztecas, los sometió, como Perú con los Incas en cambio los argentinos aniquilamos a los indios con las campañas hacia el desierto. Hoy es tal la susceptibilidad por la xenofobia que a un jugador brasilero jugando para el Barcelona le tiraron una banana, inmediatamente fue localizado el hincha y no puede entrar nunca más al estadio. Sin querer Fernández cuando comete este blooper esta diciendo lo que todos piensan aunque no lo haya dicho textualmente: los brasileros son monos. Ya que como decía el gran Octavio Paz: decimos lo que callamos.
Un presidente que dice que le gustaría ser como Alfonsín, no se si a Alfonsín le gustaría ser como Alberto Fernández. Porque Alfonsín fue un gran lector, pero ahora tenemos a un actor, comediante, mimo, imitador, cualquier cosa menos lo que el país necesita; un estadista.