Sueños compartidos
Son los sueños de tres hombres: Sergio, Alberto y Juan Carlos, en el marco de una Argentina que ya sabe cómo será después de la pandemia: una joda, ante las medidas de una irresponsabilidad letal tomadas por el nuevo gabinete.

Hubo elecciones en la Argentina con el nombre de Paso. La “P” es de Primarias. “A” de abiertas. “S” de (no me acuerdo). “O” de obligatorias. Es otro negocio o estafa política. Rara vez son abiertas. No creo que puedan ser cerradas, debe ser que todo el mundo puede votar a quien quiere sin carnet de afiliado. El kirchnerismo por ser verticalista, es decir por practicar la servidumbre voluntaria, no las respeta. Las oposiciones a veces sí, muchas no. Obligatorios lo son para quien quiere votar, un treinta y cinco por ciento se queda en casa.
Perdió el gobierno. Se echan las culpas entre sí. Cristina degrada públicamente a Alberto. Ya lo hicieron antes voceros suyos. Sergio Berni, adláter de Kiciloff, dijo que si un presidente no defiende a su mujer, mal puede defender al país. Fue después de la foto.
Echaron al ministro de salud, Ginés, echaron al de Educación, a la de Seguridad, y quisieron despedir al de Economía. Para el cristinismo, ya lo dijo Vallejo, todo fue un desastre. Pandemia, escuelas, trabajo, delincuencia y narco, en todo fue la política de lo peor.
El cristinismo oculta su lesiva complicidad con la falta de vacunas que hizo que de veinte mil muertos por pandemia en diciembre pasado la cifra llegara a ciento veinte mil, por haberse comprometido con Putin, por someterse en exclusiva a sus pruebas de vacuna, y dejar de lado alternativas de probada eficacia por razones tipo estratégico, ideológico, estúpido.
En la asunción de los nuevos ministros llamó la atención el contraste entre lo que pasaba entre el púlpito y la platea, se notó la ausencia ruidosa de la vicepresidenta después del mensaje de explícito repudio de su carta, y un salón de caras largas que el barbijo no podía ocultar, además de las miradas serias, graves de muchos, y en el caso de Máximo y Wado, evidentemente desaprobatorias.
Mientras tanto el presidente en medio de más que tibios, fríos, aplausos, se abrazaba efusivamente con Santiago Cafiero, Aníbal Fernández y Manzur, y se mostraba satisfecho y complacido mientras advertía que no estaba para internas, que todos los argentinos debíamos estar unidos –no dijo juntos– más aún después de haber atravesado dos calamidades, una la pandemia y la otra el macrismo. Con lo que un cuarenta por ciento de los argentinos son una calamidad.
Por lo que se veía en la ceremonia, ya nadie le creía al Sr. Alberto.
Las primeras medidas del estreno de Manzur son de una irresponsabilidad letal. Hace tiempo que se les pregunta a los que se presume sabios, videntes, a Yuval Noah Harari, a profetas, adivinos, a Byung Chul Han, a pitonisas, a Slavoj Zizek, astrólogos, pastores, a Facundo Manes, a tarotistas, quinieleros, a mí, cómo será el mundo después de la pandemia, ya tenemos la respuesta argentina: una joda.
Para juntar votos en dos meses, se abren discotecas, vuelve la gente a las canchas, se terminó el aforo, podemos besarnos en la boca, pasarnos la bombilla y el porro, se dispensa del uso de barbijos en espacios abiertos –costumbre que puede ser válida en sociedades en las que hay un mínimo respeto por reglas y en las que la transgresión no oficia de piolada, comenzando por las que llevan a cabo las máximas autoridades- se abre todo, los extranjeros podrán ingresar sin cuarentena y los argentinos en el exterior que hayan viajado porque sí, parece que también, aunque sean traidores a la patria, me informan, además, que se ha perdonado a los maldecidos vacunados en Miami para que puedan acceder a sus plateas este domingo y ver a sus millonarios, en suma, más de lo mismo.
Si el Frente de Todos pierde en noviembre, lo que no es seguro porque votará más gente, y el bautizado “elector fantasma” (Perfil 19/9/) es impredecible y nunca se sabe a quién puede votar, pero si pierde nuevamente, es posible que renuncie Alberto o que se vaya Cristina, y en la eventualidad de que se vayan los dos, y la señora Ledesma de Zamora, vicepresidenta del Senado, dé un paso al costado, asuma Sergio Massa por ser presidente de la Cámara de Diputados, lo que sería otro paso a la inmortalidad de nuestra democracia.
El sueño de Alberto
Luis Novaresio todas las semanas recibe de invitado a Jorge Asís, y me encanta escucharlo. Sus primicias son chismes que le pasan por mensajes, algún almuerzo, rumores, adivinanzas, y a veces la pega, y muchas no. Tiene buen humor, es bien argentino, un amigazo, calma las aguas, nada es grave, todo se arregla entre los “muchachos”, nombre que adjudica a políticos que tienen sobrepeso. Las últimas semanas después de las elecciones ofrece una novedosa interpretación de la crisis del partido gobernante después de la derrota de las PASO.
Convirtió la derrota en una victoria, y al desplante hecho al presidente, en una reafirmación de su autoridad. Llamó a Manzur “menemcito”, lo que para él es un gran elogio, porque significa el retorno del verdadero peronismo, el del capitalismo tolerable, y el fin de lo que denomina el frepasismo tardío del kirchnerismo duro que replica los intentos de infiltrar al peronismo desde ideologías de izquierda. Con Manzur, dijo, olvídense de los médicos cubanos. Ese muchacho, sigue, apunta para el Norte, tiene contactos que a más de un político de alta gama le gustaría tener, y es de muchos amigos en Israel, agrega.
Asís afirma que las PASO significan un lanzamiento del gobierno, el albertismo comienza ahora, y ya no será necesario quejarse como espartacos, así lo señala, para liberarse de la esclavitud de la que denomina “la doctora”.
Es cierto que en otros tiempos, no hace mucho, Asís hablaba con gran respeto de la Cámpora, y le decía a los asustadizos que no se equivocaran con “estos muchachos”, porque nada tienen que ver con los revolucionarios de antaño, sino que han aprendido cómo funciona el mundo moderno. Una vez todo el mundo pachorra, de sobremesa, el Turco le enviaba sus respetuosos saludos a la doctora, a quien hoy considera desplazada junto a sus camporistas del escenario principal del poder.
Para Asís, además, lo que importa no son las elecciones de noviembre, sostiene que es un error poner todas las fichas en ese casillero, que lo que hay que pensar es en el 2023, en el momento en que hasta el mismo Manzur puede ser un candidato para un futuro gobierno.
Es posible que Asís no haga más que enunciar los deseos de un sector del peronismo no muy afín al cristinismo. La presencia de Alberto en La Matanza al lado de Espinoza -con un Wado de Pedro al lado con gesto de supervisor por orden de Cristina que desconfía de este muchacho presidente que ella inventó-, el acto de Ishii en José C. Paz y el nombramiento de Insaurralde como jefe de gabinete en la provincia de Buenos Aires, puede ser una señal de que la mala elección en la provincia se la atribuyan a Kiciloff y Tolosa Paz que se llevaron la campaña al hombro con desprecio de los intendentes, y ahora se dan cuenta de que si quieren recuperar votos deben darles su lugar a los jefes territoriales, a los intendentes, que saben cómo buscar los votos casa por casa y tienen a su tropa de punteros bien disciplinados.
Gobernadores, intendentes, CGT, y un Juan Luis Manzur que por antecedentes tiene la bendición del Papa Francisco, y por consiguiente con posibilidades de obtener mesura en los movimientos sociales liderados por Juan Grabois, ya que a Pérsico lo tienen alistado, este nuevo conglomerado se presente como una etapa inaugural de la segunda fase de este gobierno al fin albertista.