Como una fuga del laboratorio por la negligencia humana, por falta de conducción, educación, aliento de la pereza, en una combinación de disvalores, apareció un virus de forma humana que está haciendo estragos. Los factores concurrentes son las falencias de la condición humana argentina que desde hace casi un siglo viene mutando para convertirse en monstruo. Es epidemia porque sucede en la Argentina y desde hace 31 años está fuera de control; este virus comenzó a contagiar desde la provincia de Catamarca con el caso de María Soledad Morales en 1990. En el 99% de los casos las víctimas son mujeres y por lo visto y sufrido no se ha creado una vacuna que al menos frene este mal. Aplicando la paráfrasis de Atahualpa Yupanky: las penas son de nosotros, los anticuerpos son ajenos. Unos más resonantes que otros, la enfermedad existe y se transmite en todo el cuerpo social argentino. Decimos que es un mal aterrador y que debería preocuparnos porque el virus victimario son seres que sin valores, sin temores, psicópatas sin culpas, anuncian asesinatos que luego cometen sin que nadie intervenga ante un estado corrompido y una sociedad agusanada de egoísmos y miedos que se les vuelven en contra. Desde los rugbiers que por racismo y sadismo mataron en patota y a patadas a un muchacho que comía un helado, hasta casos horrendos cuyas muertes siniestras superan la ficción del horror en la películas de ciencia ficción y de cuyas salas donde se exhiben Freddy sale corriendo asustado de tanta crueldad. Interviene el poder, caso Catamarca o con violación caso el ex gobernador y ahora senador suspendido Alperovich ante su sobrina violandola en repetidas ocasiones; van acostumbrando a la sociedad a que vea, palpe, sufra, se manche de sangre con casos por debajo de los yacimientos de la degradacion humana, de seres que no debiera existir que abusan y violan a niños; es la caterva de pedófilos, una malformación humanoide favorecida por la tecnología digital instalada en las redes sociales a traves de Internet y celulares. El último caso que nos mortifica como un suplicio es el de Bautista Quintriqueo victimario de Guadalupe Qumal. Sátrapa que se adueñó de la vida y del destino de esta joven de 20 años con un hijo, degeneró la relación y comenzó a amenazarla, ella hizo nueve denuncias porque la sentenció y comunicó que la iba a matar. Con sangre fría el asesino se lo comentó a una amiga minutos antes de ejecutarla. En el centro de Villa la Angostura, le clavó un puñal en el pecho. Desparpajo, eran las 13 hs del mediodía y en pleno centro. Pero no quedó en un hecho de sangre solamente, el nuevo componente de la maldad humana que se cuece ya desde el nacimiento y se alimenta por caminos torcidos; el tan cobarde monstruo decidió que por ningun motivo iría preso ni seguiría viviendo, así que desde un comienzo intentó suicidarse. No lo consiguió, pero ayudado por la negligencia del estado que siempre está ausente, sin justicia ni seguridad (la ministra de seguridad le cabeceó el problema a la justicia), no lo cuidaron, no controlaron en el hospital. Entonces el mal viviente con una zonda que tenia su cuerpo se ahorcó, pasaron unos días y murió. Mató a esta pobre chica quien se canso de pedir que la protegieran, se mató por cobarde y en alguna manera estigmatiza la vida del niño porque lo condiciona a vivir sin su madre que es como morir a medias.
Escribo este artículo cuando son las 14, 49 hs..escucho las quejas porque me llaman a almorzar y se enfría la comida…pero yo..tengo ganas de vomitar.