UNA CLASE MAGISTRAL
Enfrentamos los argentinos, uno de los momentos más difíciles de nuestra historia contemporánea. Difíciles no solo en los índices de pobreza, marginalidad, también la caída del producto bruto interno a niveles de hace 50 años atrás, además de un serio deterioro de los niveles en la educación, donde un escaso porcentual de jóvenes logra terminar el secundario, con las consecuencias que esto implica a largo plazo. El nivel de inflación, con tendencia al aumento, solo hace prever que esta situación no tiene otra expectativa que agravarse. Hasta aquí los síntomas más importantes, que hablan de lo complejo de la patología que enfrenta hoy la Argentina. Pero este paciente arrastra por décadas, una parasitosis, sistémica, muy avanzada en el tiempo, que condiciona con agravantes extras su patología general. Esta parasitosis es el populismo, como un encantador de serpientes, ha logrado engañar a una cantidad suficiente de argentinos, mantenerlos hipnotizados, haciéndoles creer que lo blanco es negro, que lo bueno es malo, que es mejor recibir pescado que cañas de pescar, que el éxito viene solo, sin esfuerzo ni merito. En definitiva que haciendo el mal vamos a llegar al bien, que la corrupción no es la primera causa de la pobreza, que roban pero hacen. También el populismo se encarga de disfrazar la verdad, entonces denuncian presos políticos, cuando en realidad son políticos corruptos presos. Todo es una mentira, que se eleva en una espiral de mentiras, donde una mentira supera a la anterior mentira. Donde el mentiroso se supera y perfecciona a lo largo de los años. Logra el populismo transformarse por fuera a los ojos del desprevenido, haciéndole creer que es distinto, cuando en realidad, debajo de esa ropa nueva se esconde el mismo producto.
Logra el populismo su mayor Hazaña (en palabras de la vicepresidente de la Nación) en las elecciones de 2019, ganar las elecciones, sumando los mismos que se habían denunciado de mentirosos y corruptos. Aquí hasta las matemáticas se ven en apuros para explicar lo sucedido, podríamos aceptar que “menos por menos es mas”, y de este modo taimado, engañero, logran los populistas una vez más llegar al poder. Un amontonamiento, que junta los denunciados con los denunciantes, en un abrazo que pretende que nada ha pasado. Que algunos que hasta hace un instante eran corruptos, ya no lo son más. Que ahora todos juntos vuelven mejores, que ahora podrán solucionar los problemas que ellos mismos causaron. Que mágicamente este engendro traerá bonanza, que los mas postergados serán resarcidos, que el esquivo asado se hará entre nosotros.
Han pasado más de dos años de la Hazaña, y más de lo mismo. Como un peral que por más que lo cambien de lugar, seguirá dando peras, porque en esencia es un peral. Sirvieron estos 2 años para sumar la cuarentena eterna, el negociado con las vacunas, adelantarse en la fila de las vacunas, y lo peor, llegar tarde con las vacunas. Que significa que hay miles de argentinos muertos injustamente, pues se habrían salvado si hubieran estado vacunados.
Ahora, los actores que se amontonaron para ganar las elecciones, se desconocen, se culpan por el desastre; y como son parásitos y no podrían de ningún modo hacer las cosas bien, para los argentinos no queda otra alternativa que el agravamiento de la situación. Más aun cuando el populismo redobla la apuesta, el actor populista puede superarse a sí mismo, llegando a niveles de horror. Rayana en la grosería, ofendiendo la inteligencia de los argentinos, la vicepresidente de la Nación, comiéndose las eses, confiesa que no están a la altura del compromiso que asumieron en 2019, y que el problema es de quienes no llegan a fin de mes. Problema que ella causo en 20 años de gobierno, donde estuvo muy ocupada haciéndose una jubilación de 3 millones de pesos, cuando la mínima cobra treinta mil pesos.
Debemos despertar los argentinos, y llamar las cosas por su nombre. El populismo está profundamente arraigado en nuestra sociedad, pero nunca como hoy surge claramente, ante nuestros ojos la evidencia de quienes con engaños nos trajeron hasta aquí. Hoy los argentinos debemos dejar a un costado las ofertas fáciles, comprender de una vez y para siempre que con esfuerzo, con seriedad construiremos el país que nos merecemos.