ALERGIA Y VACUNA COVID 19
Alergia es una enfermedad de origen genético, que afecta el sistema inmune. Este sistema se encarga de reconocer las células y estructuras de nuestro cuerpo como propias, y como ajenas a aquellas células o estructuras que no coinciden con las propias. De este modo nuestro sistema inmune nos defiende de cualquier agresor (gérmenes, hongos, virus).
La falla genética en alergia hace que produzca anticuerpos contra estructuras que no son dañinas (pólenes, alimentos, venenos de insectos, etc.). Cuando se juntan estos anticuerpos con los alergizantes provocan la liberación de una serie de mediadores químicos capaces de accionar sobre diversas estructuras de nuestro organismo, con distintos efectos. Una de ellas son los vasos sanguíneos (sistema circulatorio), donde pueden causar vasodilatación (ensanchamiento de venas y arterias), que es responsable del color rojo de la piel o el abultamiento endurecido (roncha). En ocasiones el efecto se produce sobre una cantidad muy importante de vasos sanguíneos capaz de provocar una baja de la tensión arterial violenta que llamamos shock anafiláctico. También puede producirse edema en la vía respiratoria con la consecuente falta de aire.
Algunas sustancias pueden, menos frecuentemente, provocar reacciones similares a las alérgicas, pero sin mediar anticuerpos. A estas reacciones cuando son similares a la anafilaxia, se las llama anafilactoides.
Las vacunas tienen un principio activo, que es el encargado de producir la respuesta deseada (defensas), y el vehículo que es el encargado llevar el principio activo para que cumpla su función. Todas o casi todas las vacunas pueden potencialmente ocasionar reacciones alérgicas, sea causa del principio activo o más que nada el vehículo. Estas reacciones, si bien son excepcionales y se dan en pacientes muy alérgicos, que suelen tener antecedentes de reacciones graves; pueden ser violentas y necesitar el auxilio inmediato en un centro de alta complejidad.
Esta Pandemia ha impuesto por su gravedad, la necesidad de saltear una serie de pasos que aumentan seriamente la seguridad de las vacunas en general. Esto significa que iremos conociendo sobre la marcha, una gran cantidad de datos sobre la vacuna y sus efectos, que en condiciones normales se llevan a cabo en poblaciones limitadas y con tiempos suficientes para tener conclusiones firmes.
Una vez más debemos evaluar el costo-beneficio. La lógica muestra que aquellas personas que tienen alto riesgo al contraer el COVID 19, deberán vacunarse perentoriamente, y en caso de padecer una alergia grave tendrá que concurrir a un centro de alta complejidad para recibir la vacuna.